Cuando encontré que el fenómeno, ahora llamado Disforia de Género de Inicio Rápido (DGIR), se estaba extendiendo de forma explosiva entre los niños y jóvenes, muy especialmente entre las niñas, me embarqué en la tarea más agotadora de mi vida: buscar la forma de que mi hija, abducida por la ideología Queer, abriese los ojos y empezara a pensar por sí misma, sin la coerción que limita su libertad de pensamiento y de de acción.

Creé esta guía a base de las preguntas que me gustaría plantearle a mi hija para hacerla reflexionar. Sé que mis deseos, son tan solo deseos, y que estoy muy lejos de que se materialicen algún día.

Esta guía fue descubierta por mi hija entre mis papeles. Su reacción de rabia e indignación la delató al completo cuando nos mostró iracunda sus pensamientos, gracias a lo cual, pudimos constatar el inmenso lavado de cerebros que domina su vida. Nos dijo que:

• no podemos opinar sobre su identidad de género.
• la información que nos llegue debe estar filtrada por ella.
• las amputaciones no lo son porque son voluntarias.
• los casos de personas arrepentidas son aislados.
• mi esperanza de que cambie de opinión es inútil.
• si no la afirmamos, una vez se marche de casa, la perderemos para siempre por nuestra actitud tóxica.

Llama sobremanera la atención que si estas ideas son las que dirigen su vida, permanezca casi siempre contenida, conviviendo lo justo cuando está bien y buscándonos cuando está mal. Ello me da esperanzas: un día más en la familia es un día más ganado a la doctrina.