Personas que han realizado la transición fármaco-quirúrgica cuentan la crueldad de los tratamientos médicos a los que se enfrentan cada día, de las revisiones médicas continuas de los riesgos, y lo peor, de la secuelas físicas y mentales.
Muchos de ellos están espantados ante la vía de afirmación, sin realizar ninguna evaluación de la salud mental, ni de las causas que llevan a las niñas a desear no ser mujeres.
Muchos de ellos se atreven a alzar la voz para prevenir a las jóvenes y los padres para que las protejan frente a una ideología de género dañina para la infancia.