Sobre la Existencia del Sexo

Agua ola mar playa bañistas verde blanco feminismos sexo perspectiva de género mujer bajo agua
Autora: Kajsa Ekis Ekman

Resumen del libro Sobre la Existencia del sexo

Un libro extenso y muy denso, que abunda en explicaciones y argumentos para demostrar cada tesis de la autora, no obstante, a continuación, trato de resaltar las ideas principales que la Sra. Ekis presenta en su obra, partiendo de una reflexión en profundidad, sobre la nueva perspectiva de género que en esencia trata de deconstruir el concepto “sexo” para darle toda la relevancia al concepto “género”.

Analiza con profusión las distintas teorías, que pretenden justificar la existencia de la identidad sexual de diversas maneras, presentadas por los principales pensadores y teóricos de la identidad de género, y va desmontando las incongruencias y contradicciones de cada una de ellas. Lo que queda resumido por Ekis de la siguiente forma:

Los proponentes de la nueva teoría sobre el género están de acuerdo en una sola cosa: el sexo no tiene nada que ver con los órganos sexuales; pero no hay ningún consenso para definir el género:

Los que piensan que la identidad del género está en el cerebro son incapaces de fijar una vía científica para demostrarlo.
Los que piensan que es el individuo mismo quien decide no consiguen terminar una frase sin caer de nuevo en los estereotipos.
Los que piensan que el género es lo que el entorno cree aun así no aceptan que el entorno pueda decidirlo.
Los que piensan que el género es únicamente social no pueden articular sus argumentos sin referirse a la biología.
Introduce como, a pesar de que la ciencia no ha encontrado evidencias sobre la identidad sexual, la nueva perspectiva de género ha generado un enorme impacto en la sociedad. De modo que, que en poco más de una década, se ha logrado diluir la base material del sexo y se ha convertido en “un atributo en general como masculino o femenino”, por ejemplo: la ropa, el peinado las actitudes, en definitiva, las conductas estereotipadas y culturales. Y en cambio, lo que anteriormente se denominaba género ha dejado de considerarse una construcción social. Es decir, sexo y genero han intercambiado sus significados.
Se asombra de como un estudio llevado a cabo a nivel estatal en su país, que tiene como objetivo mejorar la vida de una minoría en situación de vulnerabilidad, acaba derivando en que la sociedad debería cambiar radicalmente su definición de sexo. Cambios que se imponen por ley y que no tienen en cuenta las graves consecuencias para la igualdad entre hombres y mujeres.
Introduce el nuevo concepto de ser humano que se está definiendo, y que la sociedad está aceptando, en la que el sexo biológico es eliminado como categoría, para que cada persona pueda definir su propio sexo, eliminándolo del DNI, del pasaporte, de los formularios oficiales y de los rótulos de los aseos o instituciones.
Se pregunta el porqué del aumento extraordinario de jóvenes con disforia, y expone como la falta de prudencia, que había caracterizado esta atención, ha desaparecido para insistir en terapias aceleradas en forma de bloqueadores de la pubertad, hormonación y cirugías. Eliminando, además, la obligatoriedad de informes médicos y ocultando deliberadamente las consecuencias de tratamientos tan invasivos.

Expresa, y argumenta lo paradójico que resultan los mensajes que se nos lanzan a la sociedad, para convencernos de que cada uno de nosotros tenemos una identidad propia y única, y al mismo tiempo debemos encajar en una escala unidimensional entre “muñeca y soldado”.

Concluye que este nuevo orden supone la vuelta a un orden sexista extremadamente rígido, que patologiza y medicaliza a niños que no se comportan según los estrechos patrones de género. Un discurso que ya ha calado en la sociedad impulsado por políticos, personal médico y administrativo e intelectuales.
Se refiere al invento de nuevos conceptos, que se promueven e imparten por “expertos”, que llegan a emitir certificados de aptitud para los empleados públicos.
Habla de las manifestaciones arriesgadas sobre qué es una mujer y qué es un hombre, y de como si alguien pretende examinarlas, se le replica como si estuviera en contra de la propia existencia de los transexuales.
Hace un repaso por la historia para analizar la definición de sexo a lo largo del tiempo, extendiéndose en la teoría del sexo único, en la que la mujer no era nada por sí misma, solo existía uno solo sexo y la mujer era algo inferior al hombre. Abunda en detalles al respecto, concluyendo que el sexo era un discurso ideológico sobre la jerarquía entre hombres y mujeres, y un conjunto de definiciones para despreciar el cuerpo de la mujer.
Analiza, de forma abundante y ampliamente referenciada, la evolución de los feminismos y de cómo se han tergiversado ideas, de unas y otras pensadoras, para ajustarlas a la justificación particular de cada cual. Concluyendo con una pregunta muy pertinente:

“¿es posible defender que los trans tengan un “género íntimo” y a la vez, por parte del feminismo, seguir combatiendo los roles de género?

Cree que lo que fue un discurso progresista feminista se ha incorporado al discurso patriarcal, y en lugar de lanzar el dardo contra los roles sexuales estereotipados, el discurso trans apunta contra el feminismo. Las personas trans deben seguir un guion escrito de antemano que corrobore las ideas profundamente patriarcales acerca del género congénito, en el que solo una persona se puede desviar del sistema del género cumpliendo las condiciones del sistema del género.
Expone el fenómeno global en occidente del aumento extraordinario de disforia de género, sobre todo entre niñas. Se cuestiona si de verdad es, como dicen los activistas, un signo positivo de que la sociedad se ha vuelto más tolerante.
O si existen otras causas, como las que apunta el estudio de la Dra. Lisa Littman (contagio social y otras patologías mentales preexistentes), además del hecho de que el lobby WPATH (World Professional Association for Transgender Health) está influenciando para que la atención afirmativa sea la única vía médica, recomendándose el inicio de los tratamientos de forma apresurada.
Concluye que en la actualidad se ha pasado de llevar a cabo una serie de pruebas para averiguar si el paciente es realmente transexual, a todo lo contrario. Es el paciente quien establece un auto diagnóstico, independientemente de la edad, y decide los tratamientos a recibir eliminando de la ecuación a los padres.
Expone, como los servicios sociales recomiendan que se administren bloqueadores de la pubertad, incluso cuando la disforia no está confirmada, ignorando que esa medicación no tiene la aprobación para la disforia de género, y que no se disponen de estadísticas sobre la secuelas. (No se disponían cuando se publicó el libro, ahora sí hay estudios que arrojan datos escalofriantes sobre las consecuencias).

Verifica que el mensaje que ha calado en la sociedad, y que se traslada a los jóvenes y a los padres es que:

Si los jóvenes se sienten mal con su cuerpo la solución es hormonarse y operarse.
Han tergiversado el lenguaje para suavizar las carnicerías como, por ejemplo: a extirpar los pechos lo llaman “tratamiento”, a la esterilización “terapia”, a la paralización del desarrollo sexual de un niño, “tomar un respiro”.
Los médicos y terapeutas chantajean a los padres diciéndoles que su hijo “se quitará la vida” si no lo afirma.

El lobby

Constata que el resultado de todas estas medidas es que las farmacéuticas y las compañías de seguros médicos ganen dinero a costa de los contribuyentes. Sobre todo, después de que un par de millonarios dueños de farmacéuticas, ocuparan sillones en la WPATH y comenzaran a patrocinar congresos y estudios, que convenientemente obtienen resultados favorables al negocio.
Con tales influencias se ha abandonado la espera prudente para que el niño pueda desarrollarse sin presiones para ser medicalizado, y sospecha que la esterilización será probablemente el pago de los adolescentes para encajar en esta nueva época. Pero ¿cómo hablarle a un adolescente de doce años para que piense en su fertilidad futura?
Expone que los partidos políticos se han metido de lleno para apoyar estas teorías, promoviendo leyes que permitan a los niños subirse al carro trans de la medicalización a toda prisa. Llegando incluso a promulgar leyes que denuncien a los progenitores que no estén de acuerdo con la decisión del menor.
Se sorprende de la rapidez con la que el asunto de la identidad trans se ha colado en el orden del día de las políticas, y cómo los estados aceptan cargar con los gastos de estos costosísimos tratamientos de por vida. Pero se entiende todo cuando se tiene información:
Existe un documento que describe la estrategia para alcanzar los objetivos de la industria fármaco-sanitaria: crear más disforia y vender más medicamentos. Este informe procede de Abogados Dentons, el bufete de abogados más grande del mundo, y el conglomerado mediático Thomas Reuters Foundation, con el apoyo de la Unión Europea e IGLYO, una organización LGBTI.
El documento se titula:

“¿Sólo adultos? Buenas prácticas en el reconocimiento legal del género para jóvenes”.

La estrategia debe basarse en:

La utilización de los Derechos Humanos como argumento, ya que los que se oponen serán víctimas de una “estigmatización política por vulnerar los derechos humanos”.
La declaración de las Naciones Unidas debe ser utilizada de manera que “el derecho a la salud” pueda interpretarse como el derecho a una reasignación de sexo.
Aludir al “derecho a la vida privada” para que pueda interpretarse como el derecho a decidir uno mismo su sexo.
Que el “interés superior del niño” pueda interpretarse como que éste tiene derecho a decidir sobre las eventuales intervenciones en su cuerpo.
Los cambios legales no deben presentarse como fruto del interés de las empresas farmacéuticas o de las clínicas, sino como el derecho de los jóvenes a no tener que “avergonzarse de lo que son”.
Y seguidamente aconsejan presionar a políticos jóvenes y evitar el debate público y limitar la cobertura mediática.
Los recursos económicos para financiar estas políticas y prácticas están financiados por las propias farmacéuticas. Mientras que la WPATH trabaja para que las aseguradoras cubran estos tratamientos.

Y a la vez se han empleado a fondo para que los empleados de las escuelas públicas entiendan que:

La identidad de género no está relacionada con el sexo al nacer, que es una parte congénita del individuo y que deben implantar planes de género.
Que está prohibido revelar la identidad de género de otra persona.
Que se debe afirmar al alumno trans porque de otra manera podría considerarse bulín.
Que deben intervenir, si los que tiene la guardia y custodia, de los menores no los afirman.

La mujer pierde

Ekis constata que la mujer sale muy mal parada en esta nueva perspectiva de género:
De repente el colectivo trans se ha convertido en devoción y preocupación del mundo entero, pero la realidad es que en cuanto una personas se auto diagnóstica trans, hay que reconvertirla.
La nueva teoría del género no solo no construye un relato sobre las personas trans, sino que incluso inventa una nueva identidad completamente nueva: los cis.
La palabra mujer se convierte en problemática para no ofender a las mujeres trans, por lo que se redefine a la mujer como “persona con vulva”, “persona gestante o menstruante”. Y las empresas se han lanzado de lleno a eliminar el símbolo de la mujer de sus envoltorios y publicidad.
Ahora hay una categoría de hombres y otra, que antes se llamaba mujeres, en la que están “todos los demás”, disueltos en categorías independientes, a los cuales se les asigna por sus órganos o por lo que son. Y se define mujer como “la que quiere serlo”. Ekis se pregunta ¿por qué no se disuelve la palabra “hombre” dado que es igualmente excluyente?

Las mujeres están siendo definidas por otros, pero no tienen derecho a cuestionar esta definición, ya que por ser mujeres biológicas no se tiene ninguna legitimidad para hablar sobre ello.

De repente, la mujer, el sexo oprimido con derechos a decir basta, se ha transformado en mujer cis, la privilegiada que debería pedir perdón solo por existir.

El nuevo discurso sobre el género quiere quitarse de encima el binarismo: hombre/mujer, pero en su lugar han creado otro igual de binario: cis / trans.
Con las leyes aprobadas en pro de la nueva ideología del género se han excluido a las mujeres de sus propios espacios y derechos prexistentes en pro de la igualdad (deportes, ayudas para la violencia de género, cupos, cárceles, estadísticas)
Existe una invisivilización de hombres trans frente a la alta exposición pública de mujeres trans, pero nadie se rasga las vestiduras. Se los invisibiliza, pero sin que oficialmente pertenezcan al grupo de las mujeres.

Volvemos a la estructura patriarcal, y los dos sexos acaban siendo propiedad del hombre.

Referencias de la autora

Kajsa Ekis Ekman es una periodista, escritora, y activista sueca. Es autora de varios trabajos sobre la crisis financiera, los derechos de las mujeres, y crítica del capitalismo. Escribió para el diario sueco Dagens Nyheter, y es columnista op-ed en el diario de izquierda ETC. También escribe para The Guardian, TruthDig y Feminist Current. Es redactora Jefa del blog de trabajadores Arbetarbloggen.se.

Enlaces relacionados

“La industria de reasignación de sexo espera convertir a más niñas en “niños” ya que calcula que ellas serán 75% del mercado”
Campañas de Dentons para que los niños cambien de género sin la aprobación de los padres
El negocio de la mutilación infantil
El activismo de identidad de género recibe en Andalucía dos millones de euros en diez años | El Independiente de Granada
Catorce comunidades ya reconocían la libre autodeterminación de género antes del debate de la ley trans (20minutos.es)
LGBTQ+: A Front For The Techno-Medical Complex
The Marketing Funnel of Gender Ideology (substack.com)