Pocos profesionales siempre dijeron la verdad, Marcus Evans es uno de ellos. Esperemos que pronto sean muchos más
Marcus Evans, Miembro de la Sociedad Psicoanalítica Británica, te cuenta en su post en X los conceptos más básicos que todo profesional de la salud mental conoce, y ha preferido olvidarlos para seguir la corriente principal auspiciada por los poderes fácticos que controlan el pensamiento de la sociedad: estados, medios de Comunicación, medicina del género, farmacéuticas, escuelas…
Merece señalar sus siguientes frases:
La atención de la salud mental debe equilibrar la afirmación con una exploración psicológica más profunda, el apoyo de los padres debe alentar a los niños a tolerar y comprender la angustia en lugar de evitarla.
El verdadero trabajo terapéutico requiere una voluntad de involucrarse con el dolor en lugar de pasarlo por alto.
Un modelo terapéutico que aliente la exploración de la angustia, en lugar de la afirmación inmediata, ofrece a las personas un camino más sostenible hacia el bienestar psicológico.
¿Estamos realmente tratando la disforia de género o simplemente estamos evitando su dolor psicológico más profundo? El modelo de afirmación imperante, aunque bien intencionado, corre el riesgo de eludir las complejas luchas que se encuentran en el corazón de esta condición.
Modelo de afirmación y evitación del dolor psicológico en el tratamiento de la disforia de género.
En este artículo de opinión se argumentará que la curación genuina requiere un enfoque terapéutico que afronte estos desafíos de frente, priorizando la práctica basada en la evidencia por sobre la comodidad ideológica. Al explorar las limitaciones de los marcos actuales y abogar por una comprensión más matizada del sufrimiento psicológico, nuestro objetivo es redefinir lo que significa un tratamiento eficaz para las personas que experimentan disforia de género.
Introducción: El problema central del dolor
El enfoque actual para tratar a las personas con disforia de género, comúnmente conocido como el modelo de afirmación, ha sido ampliamente adoptado como el estándar de atención. Este modelo se basa en el supuesto de que la forma más eficaz de apoyar a las personas que experimentan angustia relacionada con el género es afirmar su identidad de género autodeclarada.
Sin embargo, si bien el modelo de afirmación puede ofrecer un alivio a corto plazo, plantea inquietudes sobre el bienestar psicológico 0 largo plazo. Este artículo sostiene que el modelo representa un cambio con respecto a la función tradicional de la atención de la salud mental, que consiste en ayudar a las personas a superar los problemas psicológicos en lugar de evitarlos. El artículo enfatiza la importancia de la exploración psicológica en el tratamiento de la disforia de género y propone que se necesita un enfoque más integral. Al pasar por alto la exploración de los conflictos subyacentes, el modelo de afirmación puede limitar las oportunidades de una autorreflexión más profunda y de una resiliencia emocional a largo plazo.
Desde una perspectiva psicoanalítica, la evitación del dolor es un mecanismo de defensa bien documentado. La tendencia del modelo de afirmación a validar la autopercepción del paciente sin una investigación más profunda de sus orígenes puede reflejar un fracaso más amplio en la práctica de la salud mental contemporánea. Este artículo examina cómo la afirmación sirve como defensa psicológica contra la angustia, destaca sus consecuencias y subraya la importancia de la exploración psicológica en el tratamiento de la disforia de género. Esta exploración, que alienta a las personas a involucrarse con su angustia psicológica en lugar de pasarla por alto mediante una medicalización prematura, ofrece la oportunidad de una autocomprensión y resiliencia más profundas.
La naturaleza del dolor psicológico en la disforia de género
La angustia psicológica, que puede manifestarse como ansiedad, depresión u otros síntomas de salud mental, es una característica central de la disforia de género. Para muchas personas, la experiencia de la disforia está profundamente entrelazada con el trauma de la primera infancia, las dificultades para formar la identidad y las ansiedades más amplias sobre la autoestima y la pertenencia social. La adolescencia, en particular, es una época de gran agitación psicológica y emocional, durante la cual las personas deben lidiar con sentimientos complejos sobre sus cuerpos en desarrollo y su sentido emergente de identidad. En este contexto, la angustia no debe verse automáticamente como un estado patológico que requiere una resolución inmediata, sino más bien como un aspecto normal y necesario del desarrollo.
La identidad de un niño no debe ser forzada a enmarcarse en un marco rígido, sino que debe estar arraigada en la realidad. Los niños necesitan apoyo para desarrollar un sentido de propiedad sobre sus cuerpos y, al mismo tiempo, tener la libertad de explorar su identidad. La imaginación es vital, como lo es saber la diferencia entre la creatividad y el escape de la realidad. Los padres y los maestros ayudan en el proceso de introducir conocimientos de la realidad apropiados para la edad a lo largo del tiempo. En lugar de priorizar la afirmación inmediata, los responsables de las políticas deberían considerar enfoques que fomenten la fortaleza emocional y la resiliencia. Este enfoque equilibrado de la formación de la identidad, que es crucial para una comprensión más integral de la disforia de género, subraya la urgencia de evaluar críticamente el modelo de afirmación.
Hilary Cass destaca que la transición social es una intervención activa más que un paso neutral, y destaca la importancia de una evaluación holística. Centrarse exclusivamente en cuestiones relacionadas con el género puede llevar a que se opaquen los diagnósticos y se pasen por alto problemas de salud mental o de desarrollo subyacentes. Una evaluación integral garantiza que se identifiquen y aborden adecuadamente todos los factores que contribuyen a la angustia del niño antes de tomar decisiones irreversibles.
El papel de la atención de salud mental es crear un espacio donde las personas puedan explorar su angustia en profundidad. En lugar de tratar de eliminar el malestar a toda costa, los profesionales de la salud mental tienen que ayudar a los pacientes a comprender las fuentes de su angustia y desarrollar la capacidad de tolerar emociones difíciles. Sin embargo, el modelo de afirmación puede pasar por alto inadvertidamente este proceso al tratar la disforia de género como un problema que se debe resolver principalmente a través de la transición social y médica. Al hacerlo, desalienta el tipo de trabajo reflexivo y exploratorio que es esencial para el crecimiento psicológico y la autocomprensión. Este artículo subraya la importancia de abordar las limitaciones del modelo de afirmación y promover el crecimiento psicológico en el tratamiento de la disforia de género.
El modelo de afirmación como defensa contra el dolor
La aceptación generalizada del modelo de afirmación puede entenderse a través de la lente de los mecanismos de defensa psicológica. Uno de esos mecanismos es la escisión, en la que las personas perciben su yo actual como profundamente defectuoso mientras idealizan la identidad que esperan lograr a través de la transición. Esta tendencia se ve reforzada por el modelo de afirmación, que puede validar la creencia de que la transición resolverá el malestar psicológico en lugar de alentar a las personas a explorar las complejidades de su identidad. De esta manera, la afirmación no necesariamente facilita la autoaceptación. Sin embargo, puede reforzar una dicotomía en la que se rechaza el yo anterior a la transición en favor de un yo idealizado posterior a la transición.
Otro mecanismo de defensa es la proyección, en la que los conflictos internos se externalizan en el cuerpo. Muchas personas con disforia de género experimentan un profundo malestar con aspectos de sí mismas que les cuesta integrar. En lugar de abordar estos conflictos subyacentes mediante terapia, pueden externalizar su malestar en su forma física, creyendo que alterar su cuerpo resolverá sus luchas internas. Al priorizar la validación inmediata, el modelo de afirmación puede fomentar la externalización en lugar de una exploración psicológica más profunda.
La urgencia con la que algunas personas buscan la transición también puede entenderse como una forma de defensa maníaca. El rápido movimiento hacia la intervención médica a menudo impide una reflexión significativa sobre las dimensiones psicológicas de la disforia de género. En muchos casos, el impulso hacia la transición está impulsado por una necesidad de escapar de la incomodidad en lugar de enfrentarla. Sin embargo, cuando los profesionales de la salud mental afirman acríticamente estos deseos sin examinar sus motivaciones subyacentes, pueden no brindar el tipo de apoyo terapéutico que ayuda a las personas a desarrollar la autoconciencia y la resiliencia emocional.
Cómo manejar el dolor psicológico en las relaciones entre padres e hijos
Los padres desempeñan un papel crucial a la hora de ayudar a los niños a afrontar la angustia psicológica. Así como la atención de la salud mental debe equilibrar la afirmación con una exploración psicológica más profunda, el apoyo de los padres debe alentar a los niños a tolerar y comprender la angustia en lugar de evitarla. En lugar de intentar eliminar todo el malestar, los padres deben guiar a los niños para que comprendan y manejen sus emociones. Reaccionar exageradamente ante la ansiedad de un niño puede indicar inadvertidamente que la angustia es intolerable, lo que refuerza la creencia de que se debe evitar todo dolor. En cambio, los niños se benefician al aprender que la ansiedad y el malestar, aunque son difíciles, se pueden controlar y superar. Esta orientación de los padres es paralela al papel de los profesionales de la salud mental, que deben apoyar la exploración psicológica en lugar de ofrecer la afirmación inmediata como única respuesta.
El dolor y la ansiedad son señales importantes que indican que algo requiere atención. También ofrecen oportunidades para el crecimiento personal. Por ejemplo, un niño que enfrenta sus miedos en una situación difícil, como un examen, puede desarrollar resiliencia y confianza para afrontar el estrés. Si los padres eliminan constantemente todo malestar, el niño puede tener dificultades para desarrollar fuerza emocional y autorregulación. Un enfoque equilibrado implica reconocer la angustia del niño, ofrecer apoyo y ayudarlo a desarrollar las habilidades para manejar sus emociones en lugar de tratar de eliminar el malestar de inmediato. Esto fomenta la resiliencia emocional y prepara a los niños para afrontar los desafíos futuros con confianza.
Conclusión: Reformular el tratamiento de la disforia de género como una forma de afrontar el dolor psicológico
El modelo de afirmación, al priorizar la evitación de la angustia psicológica por sobre la autoexploración profunda, puede representar un alejamiento de la práctica de salud mental sólida. El verdadero trabajo terapéutico requiere una voluntad de involucrarse con el dolor en lugar de pasarlo por alto. Un modelo terapéutico que aliente la exploración de la angustia, en lugar de la afirmación inmediata, ofrece a las personas un camino más sostenible hacia el bienestar psicológico. Así como los padres desempeñan un papel crucial para ayudar a los niños a superar la angustia emocional, los profesionales de la salud mental deben fomentar la resiliencia a través de la terapia exploratoria en lugar de recurrir a la afirmación inmediata. Garantizar que las personas reciban el apoyo que necesitan para abordar su identidad con claridad y resiliencia es esencial para una atención ética y eficaz.
Marcus Evans es Miembro de la Sociedad Psicoanalítica Británica. Autor de Hacer espacio para la locura y el pensamiento psicoanalítico en contextos de salud mental y disforia de género: un enfoque terapéutico.
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26-03-2025