Después de abandonar el culto del género

Resumen del capítulo 7 del libro Desist, Detrans & Detox

María Keffler aborda en este capítulo que es lo que pasa cuando un niño abandona el culto del género, como se sienten, como se siente los padres y como apoyarlos para que consigan revincularse consigo mismo, con su familia y con el mundo en general.

Para los padres, probablemente exhaustos por la lucha para recuperar a sus hijos, reciben la noticia con cautela. La autora propone no tener prisas por anunciar nada hasta que uno haya gestionado la marabunta de emociones que va a enfrentar y cuando esté convencido de que el regreso es definitivo.

Los padres informan de que una vez un niño hace una declaración definitiva («Soy transgénero» o «No soy transgénero»), éste tiende a apegarse a esa declaración con determinación. Este comportamiento podría estar asociado a un factor de pensamiento en blanco y negro, tan común en los trastornos del espectro autista, que está sobre representado en el colectivo de las personas auto diagnosticadas transgénero.

Pero, incluso después de recuperar al hijo, es posible darse cuenta de que no vuelve a ser el mismo niño que conocían. Probablemente quede trabajo por hacer todavía.

Identidad

Cuando un niño abandona la narrativa transgénero, la identidad del culto también lo hace. Pero, dependiendo del tiempo que haya permanecido en el culto y de la edad, la verdadera identidad puede haber sido tan subyugada que el niño no sepa quién es, o puede que la identidad anterior ya no se alinee con la edad cronológica.

El daño del culto de género a los niños es particularmente malévolo, porque están en el proceso de desarrollar sus identidades. Pierden una parte significativa del desarrollo psicológico y social normal de la adolescencia.

No existe ninguna investigación hasta este momento porque los académicos que lo han intentado se les ha hecho fracasar. No obstante, en una encuesta informal sobre 60 personas entre desistidoras y detransicionadoras reveló que, con respecto a la apariencia personal, el 47% continuó con la misma que durante la transición. Solo el 28% volvió a su apariencia anterior, y el 25% cambió a una diferente.

Todas las personas que abandonan las sectas necesitan que se les recuerde quiénes eran antes para ayudarlos a liberarse del control mental. Por tanto, hay que seguir trabajando para que el hijo no se sienta desconectado de sí mismo.

Miedos creados por el culto

El miedo es un poderoso motivador y el culto de género lo usa para mantener atrapados a sus adeptos en su narrativa a través de las comunidades online. Los entrenan para que solo se sientan seguros dentro de su comunidad y acatando sus reglas.

Los temores pueden persistir mucho después de que el niño haya abandonado la ideología, y hasta que no lo resuelva, es posible que no recupere por completo su verdadera identidad.

Algunos de estos miedos inculcados por el culto de género:

  • miedo a los que están afuera del culto. Los describen como tóxicos, odiosos, intolerantes y peligrosos.
  • miedo a ser adulto. Proponen los bloqueadores de la pubertad como la única forma de evitar pasar por la pubertad y llegar a la adultez.
  • miedo al propio sexo o la sexualidad. Las niñas pueden estar aterrorizadas de ser agredidas sexualmente, y los niños pueden temer no estar a la altura de los hombres, o a no encontrar pareja.
  • miedo a ser homosexual. Si el niño experimenta lo que cree que es atracción hacia el mismo sexo, puede experimentar sentimientos de una gran incomodidad.
  • miedo a ser asexual. Si los niños experimentan un retraso en la pubertad respecto a sus iguales pueden creer que algo no está bien en ellos.
  • miedo a ser victimizado. La industria del género promueve, entre los niños, que son inherentemente víctimas de la sociedad si los demás no celebran sus creencias, y los convencen de que seguirán siéndolo si no hacen la transición de sexo.
  • miedo a perder el control sobre uno mismo y sobre los demás. Cuando una persona anuncia una identidad transgénero, de repente se le otorga un poder total sobre otras personas: todos deben responder de cierta manera, usar el nombre y los pronombres preferidos, así como afirmar y aprobar todo lo que dice y hace. Para ellos es una enorme sensación de control.
  • miedo a ser intolerante. La ideología de género ha llegado incrustada en la doctrina de equidad-diversidad-inclusión, convenciendo con éxito, de que cuestionar cualquier detalle de la narrativa transgénero es ser intrínsecamente intolerante. Eliminar la programación emocional del exmiembro puede llevar tiempo.
  • miedo de ser blanco de su antigua comunidad. Las personas que revierten la transición suelen verse denigradas por la misma comunidad que lo celebró y las glorificó cuando se identificaron como transgénero. A los detransicionadores se les dice que «nunca fueron verdaderos trans» y que se han convertido en «TERF».

Por ello María Keffler insta a los padres a seguir hablando con sus hijos sobre sus experiencias con la comunidad transgénero, antes, durante y después de la identificación transgénero, para sondear los temores del niño. Los detransicionadores suelen quejarse de que sus padres no hablaron lo suficiente.

Estrategias de afrontamiento

Puede que su hijo necesite terapia o puede que no. Algunas estrategias pueden ayudarlo para eliminar los temores resultantes del adoctrinamiento del culto de género, como las siguientes:

Hechos versus Realidad

Simplemente darse cuenta de que un miedo no tiene base en la realidad puede ser todo lo que se necesita para aliviarlo. La insistencia del culto de género en la peligrosidad y toxicidad de las personas que están afuera es una de las más fáciles de refutar sobre todo si ha logrado sacar a su hijo con amor y verdad.

Es posible que su hijo continúe expresando ciertas creencias inculcadas, tales como: «Las personas transgénero están siendo asesinadas a un ritmo alarmante», lo cual no es cierto.

Haga preguntas con tacto, pero inquisitivas, como, por ejemplo: “¿Dónde escuchaste eso? ¿Qué fuente tienes para hacer esa declaración?

Locus de control

Una tendencia inquietante en la educación y la crianza de los niños de hoy en día es que se les hace ver que son víctimas indefensas de las acciones de otros. Se les enseña que todos son oprimidos o son opresores, que necesitan “espacios seguros”, y que deben evitar lo que les incómode.

Esta perspectiva sobre el enfrentamiento a la vida cambia fundamentalmente el lugar de control de una persona, de interno a externo.

Una persona que posee un locus de control interno cree que tiene control sobre su propia vida. Asume la responsabilidad de sí misma y de sus acciones, cree que sus elecciones determinan los resultados de su vida y, por lo general, tiene una autoestima alta y buena ética de funcionamiento.

Una persona con un locus de control externo cree que está indefensa frente a los caprichos de los demás. Cree que no tiene el poder de hacer cambios en su vida, piensa que solo puede reaccionar a lo que le sucede, culpa a los demás o a sus circunstancias, y generalmente se siente impotente y sin esperanza acerca de su futuro.

La ideología de género inculca el locus de control externo a sus adeptos:

  • No tienes opción sobre tu identidad de género; naciste así.
  • Te sientes mal contigo mismo y con la vida por la forma en que te tratan los demás.
  • Las palabras de los demás pueden volverte suicida.
  • Tienes que estar protegido de cualquier cosa y de cualquiera que te haga sentir incómodo.
  • Los sentimientos incómodos deben extirparse con medicamentos y cirugía.

Si un hijo desistidor sigue expresando un locus de control externo sobre su vida y su futuro, háblele sobre algunas de esas creencias y guíelo hacia un locus de control interno:

  • No puedes elegir tu sexo, pero puedes decidir qué tipo de personalidad quieres expresar y qué tipos de actividades prefieres desarrollar.
  • Lo que hacen los demás puede doler, pero puedes decidir que sus palabras dicen más sobre ellos que sobre ti. Tal vez solo son idiotas. Ese no es tu problema.
  • Las palabras de los demás pueden herirnos o decepcionarnos, pero podemos elegir ignorarlas y escuchar nuestras propias voces, y las voces de los que sabemos que son honestos y que nos aman.
  • Estar incómodo es un requisito necesario para crecer y llegar a la madurez.
  • Los sentimientos incómodos son solo señales de alerta para ayudarnos a revisar y cambiar cosas en nuestras vidas.

Terapia conversacional

Una parte importante de la terapia basada en la conversación es simplemente hacer preguntas y dejar que la otra persona resuelva verbalmente lo que le preocupa. Algunas preguntas pertinentes podrían ayudarlo a verbalizar esas ideas y superarlas:

  • ¿Qué es lo peor que podría pasar si te encuentras con alguien que de verdad es transfóbico?
  • ¿Cuáles son algunas de las cosas que podrías hacer si llegas a la universidad y te das cuenta de que algo es demasiado difícil de manejar para ti?
  • ¿Cuál podría ser una buena respuesta si alguien te dice que nunca fuiste “realmente trans”? ¿Necesitas responder a eso?

Pérdidas

Sea sensible al hecho de que cuando una persona deja el culto de género, ocurren pérdidas significativas.

Pierde a la comunidad de ideólogos y aliados de género, con todo el aliento, la adulación y el apoyo que la acompaña.

Pierde, si fue medicalizado con hormonas o cirugía ya que no puede revertir los cambios que ya no desea; y además tendrá en contra a esos médicos, que pueden estar a la defensiva por el temor a ser acusados ​​de negligencia.

Pierde los recursos financieros, legales y de defensa que las organizaciones pro transgénero puedan haberle proporcionado. 

Restauración

Un niño sucumbe al culto de género porque éste cubrió una necesidad. A medida que el niño se vuelva más saludable y estable tras su salida del culto, convendrá preguntarle qué hizo que la ideología de género fuera tan atractiva para él.

Evaluar, si la vulnerabilidad aún persiste, puede ayudar a que el niño logre una independencia saludable, segura y productiva como adulto.

Si es necesario, perdone a su hijo por los problemas y traumas que esta etapa seguramente trajo a sus vidas. Las personas que salen del culto de género suelen culparse, tanto por haber sido captadas como por el daño que las hormonas y/o las cirugías les han causado en sus cuerpos.

Pero, es necesario poner el foco de la culpa en quien corresponde: a la industria del género depredadora y poco ética, y a la maquinaria del activismo que la ha llevado a todos los rincones de la sociedad.

Todo el mundo es susceptible de ser adoctrinado por el culto. A veces es difícil trazar la línea de dónde termina la motivación y dónde comienza la influencia coercitiva.

Es necesario asegurar al niño que los padres están de su lado, que lo ama y que está comprometido a brindarle todo el apoyo necesario para su completa recuperación. Es importante pasar tiempo de calidad haciendo actividades agradables juntos.

Ha surgido una tendencia interesante, sobre la influencia de la cercanía familiar, a partir de una encuesta entre desistidores y de detransicionadores. En la mayoría de los casos, tanto desde la perspectiva del niño como la de los padres, se percibía que la relación del niño con los padres se hundió durante el tiempo que el niño estuvo en el culto de género. Sin embargo, en la mayoría de los casos, la relación se restauró con la misma cercanía o más, después de que el niño abandonara el culto. Esta tendencia se mantiene tanto si la relación se percibía como excelente o mala antes de la transición.

Este espantoso fenómeno cultural, que enseña, alienta y presiona a los niños para que intenten cambiar de sexo, llegará a su fin. La identidad de género es el escándalo médico del siglo XXI, similar a la debacle de la lobotomía de mediados del siglo XX y la locura de los recuerdos reprimidos de los años 80 y 90.

La ideología de este culto se basa en la confusión y en la desinformación, y en algún momento se derrumbará.

Sin embargo, hasta que desaparezca la teoría de género, esta industria poco ética seguirá captando y abusando de los niños vulnerables. Pero las familias no necesitan estar de acuerdo ciegamente ante las demandas de la industria. No todos los caminos conducen a la clínica de género. Podemos criar a nuestros hijos con amor real y verdad estable, manteniéndolos alejados del culto al género.

A medida que más y más niños crezcan, se despierten y se enfrenten al horror y al arrepentimiento por lo que les han hecho, comenzarán a preguntar a todos los adultos que deberían haberlos protegido: “¿Por qué sucedió esto? ¿Por qué nadie me detuvo?”.

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