Te fallamos

26 de junio de 2022

Querida hija;

Ya hace un año que publiqué mi libro. Un libro resultado de la tristeza más profunda que haya vivido a lo largo de mi vida, a pesar de que el dolor me era harto conocido. Todo lo que vino con tu disforia de género superó con creces todo lo anterior.

Fueron cuatro años y medio de mal vivir escribiendo, para no olvidar los detalles de las peripecias inverosímiles por las que nos hiciste pasar, una vez te auto diagnosticaste de disforia de género.

Hubo mucho miedo y angustia por no poder entender de dónde venían esas ansias por medicalizar y mutilar tu cuerpo sano, por la agresividad, y por el corte en la comunicación que nos impusiste de un día para otro, sin haber manifestado previamente, ni con hechos ni con palabras, que alguna vez te hubieras sentido del sexo opuesto al de tu biología.

Escribir fue la única solución que encontré para mantenerme a flote mínimamente, ya que nos fallaron todas las otras vías para explorar tu dolor. Un dolor grande que se había venido cultivando dentro de ti, poco a poco, y que explosionó con tu pubertad.

Aunque ahora digas no recordar tu pasado, en algún lugar dentro de ti, está la verdad de que siempre estuvimos a tu lado tratando de encontrar, por distintos caminos, la manera de resolver tanto dolor y somatizaciones como percibíamos en ti. Nuestro amor nos guio siempre para acompañarte y protegerte, procurándote, lo que, a nuestro entender, era lo mejor.

Éramos una familia bien avenida, con sus cosas como todas, pero razonablemente acoplada y alejada de disfuncionalidades. Y tú especialmente, siempre te habías sentido muy cerca de mí probablemente cómo fuente segura de refugio frente a tus dificultades. Mi necesidad de protegerte fue tal vez desmesurada, porque necesitaba a toda costa evitar que sufrieras la humillación, las burlas, el hostigamiento o la desvaloración que yo viví en mi propia familia. Ahora sé que yo no podía controlar todo a tu alrededor, tenías una vida ahí afuera de la familia y subestimé su influencia. He tardado cinco años en comprenderlo y en perdonarme, pero hasta entonces, la culpa me ha mantenido desgarrada.

Había otro importante motivo por el que no podía apartarme de la ardua tarea de escribir mi testimonio: tú. Esperaba, y sigo esperando con toda mi alma, que algún día puedas comprender el proceso que viviste desde otro punto de vista.

Las personas transexuales siempre han existido en todas las culturas y tiempos, y sé de la marginación social que han sufrido. Estas personas cuentan con todo mi apoyo y simpatías, porque siempre he sido sensible a cualquier tipo de sufrimiento humano. Sin embargo, tu discurso, mi niña, no encaja con este tipo de personas y me desconcierta. Estaba convencida de que este diagnóstico no era correcto, pero el buenismo que tiene capturada a la sociedad también me tenía captada a mí, hasta el punto de dudar. No obstante, me parecía lo más prudente la espera y la observación acompañada.

Hasta seis meses después de publicar mi libro, no llegaría la revelación de lo que había pasado y por el qué. Una lectora me recomendó un libro que cambió toda mi perspectiva, y desde ese momento empecé a acceder a información contrastada, a datos, a estudios, y lo que encontré fue aterrador: leyes que estaban empujando el adoctrinamiento y contagio social entre menores, sobre todo entre niñas. Un patrón exacto al que te sucedió a ti, y que la Dra. Littman ha denominado Disforia de Género de Inicio Rápido en la Adolescencia (DGIR).

Mis investigaciones me llevaron a encontrar las evidencias de las conexiones de las farmacéuticas con todo el tinglado que mueve los hilos de los políticos, de los medios de comunicación, de la elaboración de estudios interesados y de los activistas para incrementar sus negocios a costa de convertir a niñas y niños sanos en enfermos crónicos y mutilados, con riesgos severos para su salud física y emocional.

A veces, hombre con autoginefilia, con interés sexual y fetichista, es lo que guía ese exacerbado activismos y esa manipulación para apartar a los críos de sus protectores.

El horror fue en aumento cuando entré en contacto con detransicionadores que contaban sus historias de engaños, sufrimientos y silenciamiento. Fue cuando descubrí los distintos factores que influyen en la captación de las niñas y niños, y como TUMBLR y DevianArt, son redes de captación y radicalización de adeptos hacia, lo que se está denominando secta Queer o secta 2.0, porque utilizan las mismas técnicas de asimilación que las sectas tradicionales.

Llegamos demasiado tarde a comprender los conspiración silenciosa que se estaba urdiendo de espaldas a la sociedad, y por ello, te fallamos como padres por ignorancia. ¿Cómo íbamos a sospechar que también lo estaban haciendo las sociedades de psicólogos y médicas, los colegios y los poderes públicos de este país?

Lo siento mucho mi niña, te fallamos.