Personas que se consideraron trans durante un tiempo de sus vidas cuentan la crueldad de los tratamientos médicos a los que fueron sometidas, sin que se les ofreciera ninguna otra alternativa. Cuentan las terribles secuelas físicas y mentales que sufren, y de como el supuesto tratamiento no ha solucionados sus verdaderos problemas mentales. Hablan de como, al quitarse la venda del adoctrinamiento, comprenden las negligencias, sino aberraciones, de los médicos y profesionales de la psicológica que les atendieron.
¿Quiénes mejor que estas personas pueden dar a conocer las mentiras que se les está vendiendo a los niños para mutilarlos y enfermarlos con fármacos que los hace dependientes?
En los años ochenta la heroína acabó con miles de jóvenes, en esta década parece que será la testosterona la que le de el relevo pero, en este caso, con la complicidad proactiva del poder farmacéutico y médico.
La periodista @krusenewsentrevista a Anna, quien realizó una «transición» médica en la adolescencia y destransicionó después de 17 años. Se dio cuenta de que siempre fue gay y que su transición se originó en su infancia. Es desgarrador que los médicos se apresuren a dar un «diagnóstico general» y a transicionar a las personas en lugar de explorar su trauma subyacente.
Por alguna extraña razón que aún no entiendo, me encantaba parecer un chico, y realmente sentía que mi yo interior se reflejaba en el exterior por primera vez. Resultó que todo era mentira. Aunque los médicos y profesionales de la salud mental nos dijeron a mí y a mis padres que era absolutamente necesario hacer esto por mi bienestar, todo era una mentira profunda y poderosa. Me senté en la consulta externa, después de pasar seis días allí por pensamientos suicidas, sintiéndome reivindicada porque a mis padres les decían que simplemente confiaran en el proceso. «No se atreverían a ir en contra de los profesionales, ¿verdad? ¿Acaso negarán la ciencia y la medicina para seguir ignorando mi verdadera identidad de género? Simplemente no me conocen. Solo yo me conozco», pensé. Solo puedo imaginar lo desconcertados y cada vez más desesperados que debieron sentirse mis padres. No tuve la suficiente empatía para que pararan. Continué. Rápidamente. Tres años después, me extraerían el tejido mamario del pecho, me cortarían los pezones, los reducirían de tamaño y los volverían a coser. No sé por qué Dios permitió que me hiciera tanto daño. El camino que empecé ahora parece inútil. Como si no hubiera sacado ninguna lección valiosa. No hay esperanza. Solo me queda una voz desconcertantemente profunda y unas tetas enormes que no pueden alimentar a mis hijos. ¿Por qué? ¿Por qué sigue vigente esta ideología satánica? Es tan obvio para nosotros, los que nos destransicionamos. No se puede cambiar de sexo, y nunca se debería intentar. ¿Podríamos, por favor, dejar atrás esta tontería para que yo también pueda?
Ame cuenta como llegó a creer que era un hombre, después de sufrir bulín en por parte de sus compañeras del colegio y de refugiarse en la red social Tumblr para compartir sus dibujos tipo anime. Allí encontró contenido muy agresivo sexual y de autolesiones y de la ideología trans. Llegó a la conclusión que su cuerpo era un peligro para ella y deseaba no tener atributos sexuales para evitarlo.
Tanto Ame como Sandra insisten en la prudencia y la importancia de ir a la raíz del porqué quieres cambiar tu cuerpo.
Esta historia es muy parecida ala que yo intuyo que le sucedió a mi niña.
A sus 29 años, Forrest reflexiona sobre su doloroso proceso de transición, intentando desesperadamente encontrarse a sí mismo, solo para darse cuenta de que había estado huyendo de la verdad. Desde las dificultades de la infancia hasta la disforia de género, las intervenciones médicas y las profundas cicatrices que le quedaron, comparte un relato crudo y sin filtros sobre lo que significa vivir con arrepentimiento después de una cirugía de reasignación de género.
Esta mujer joven habla muy claro: una niña de dieciséis año no entiende las consecuencias de los tratamientos irreversibles. Denuncia que lo adultos que la trataron no deberían haberle facilitado el camino a la hormonación ni impedir a los padres ejercer su papel de protección.
Escalofriante video de una mujer joven terriblemente arrepentida y afectada por haberse sometido a cirugías de las que llaman “de reasignación de sexo”. Una mentira envuelta en celofán con lazo para tapar la realidad, porque el sexo no se puede cambiar. Estas operaciones son solo estéticas, carísimas, peligrosas y muy dolorosas.
Lo peor de todo es la dependencia de medicamentos con graves efectos secundarios, que tendrán de por vida estas personas sometidas a las amputaciones de partes sanas de sus cuerpos. Lo peor de todo, tal y como relata esta mujer, son las prisas que todo el sistema sanitario impone para medicar a niñas y jóvenes, sin darles tiempo a madurar sus ideas o de esperar prudentemente, o de indagar si hay otros problemas subyacentes para la disforia.
Esta mujer valiente se atreve a exponer su cara y su caso al mundo. Ojalá sirva para que la sociedad empiece a despertar. Ojalá después, esa sociedad sea capaz de exigir responsabilidades a los médicos barbaros que someten a niñas a estos procedimientos médicos aterradores. Ojalá la ciudadanía exija responsabilidades a los políticos sin escrúpulos que venden la falsa idea de que se puede cambiar de sexo.
Ojalá alguien pague el daño que están llevando contra nuestras hijas e hijos.
A sus 29 años, Forrest reflexiona sobre su doloroso proceso de transición, intentando desesperadamente encontrarse a sí mismo, solo para darse cuenta de que había estado huyendo de la verdad. Desde las dificultades de la infancia hasta la disforia de género, las intervenciones médicas y las profundas cicatrices que le quedaron, comparte un relato crudo y sin filtros sobre lo que significa vivir con arrepentimiento después de una cirugía de reasignación de género.
Detransicionadora en Argentina denuncia como recibió toda clase de ayudas durante siete años en transición pero que la abandonaron cuando decició abandonar los tratamientos.
Joy Maiza, detransicionada, hace un emotivo post desesperada por el daño que se está haciendo a la juventud con problemas metales medicalizándola para hace transformar sus cuerpos. Joy alerta que hay muchos jóvenes que se arrepiente ya sin solución en sus cuerpos.
Tres mujeres jóvenes detransicionadoras CHLOE, ELLE y CLAIR hablan abiertamente de como después de haber transicionado médicamente, con cirugías y hormonas, se dieron cuenta que esa no era la solución que sus problemas persistían, y de que eran demasiado jóvenes cuando recibieron esos tratamientos irreversibles y dolorosos. Ahora se esfuerzan por dar a conocer sus casos para prevenir a otras niñas.
Montrulletes el canal de YouTube de una persona detransicionadora. En su video titulado «La evidencia incómoda sobre los menores trans«, expone el porqué no se debe aplicar la terapia afirmativa en menores, dado los efectos perjudiciales de los bloqueadores hormonales y la evidencia científica de baja calidad que respalda esta postura.
Post con testimonio de varias personas detransicionadoras que explican como el sistema las empujó a la hormonación y amputación de parte de sus cuerpos de forma acelerada, sin explorar los graves problemas mentales que padecían. Así mismo, un psicólogo especializado pone de manifiesto las prisas hacia la medicina del género en contraposición a la nula ayuda de aquellas personas que se arrepienten.
Cómo el amor de mi madre salvó mi vida. Sus supuestos hermanos trans la echaron a la calle recién operada porque siendo lesbiana no quería mantener relaciones con un hombre intacto que decía ser mujer.
Walt Higher se operó para ser mujer pero se arrepintió, declara a sus 82 años. Su abuela lo empujó a ser una niña desde los 4 años, su tío lo abusó sexualmente varias, su madre no le creyó y su padre le pegaba por creer que mentía sobre su tío. Walt acabó muy desconcertado y se preguntó si su abuela tenía razón.